miércoles, 8 de agosto de 2012
7º grado habla sobre SAN MARTIN... "Legado de un valiente"
José Francisco de San Martìn nació el 25 de febrero de 1.778 en Yapeyù. De niño vivió en una casa pobre, sin nada que le sobre, con su padre Juan y su mamá Gregoria. También compartió su infancia con cuatro hermanos, él era el menor.
Poco a poco fue creciendo dándole importancia al honor de las personas y al valor... y hablando de valor, para él era necesario tener un ejército bien entrenado. En varias oportunidades despertaba repentinamente a sus soldados sometiéndolos a pruebas difíciles; para ver cómo ellos reaccionaban, para estuvieran siempre alertas, para defender la libertad ante el ataque enemigo. Por eso son reiteradas estas anécdotas del general, ya que las prácticas de las madrugadas le servían para ver el verdadero espíritu de su grupo, tanto que el que no las superaba era eliminado de inmediato. Una de sus frases que dan ejemplo de su accionar antes nombrado es ésta: “De lo que mis granaderos son capaces, sólo lo sé yo, quien los iguale habrá, quien los exceda no”. Quería “leones” en su regi- miento.
San Martín era un hombre simple, sincero, reservado, ubicado, sobrio, muy disciplinado, también optimista pero sobre todo un gran estratega. Exigía a sus hombres lo que él mismo estaba dispuesto a hacer, a sacrificar, a dar , a renunciar.
Este hombre tan especial fue un visionario, se dio cuenta de lo que América necesitaba; hombres como él, solidarios, valientes, decididos, llenos de furia salvaje por traer la libertad a todos los lugares que pudiera. Y pensar que con todos estos pueblos que libertó no se le cruzó jamás apoderarse de ellos; en eso se vio claramente su generosidad. Él no tenía ambiciones personales, no le importaba el lujo, ni las riquezas, no quería honores ni recompensas. Por eso dijo: “No tengo más pretenciones que la felicidad de mi patria”. En otra oportunidad expresó: “ Mi sable no saldrá jamás de la vaina por opiniones políticas”, típica frase de un verdadero libertador.
La palabra para él era un arma tan poderosa como su espada ya que demostraba con ella la firmeza de su carácter, de su vocación, de sus ideales...y ¡hasta de su mal humor!
Llegamos a la conclusión de que es realmente cierto lo que aprendimos todos estos años en la escuela sobre el General San Martín, por eso, ahora que somos más grandes, comprendemos que nos sirve de ejemplo constante a todas las generaciones: las de ayer, las de hoy y las del mañana.
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