"Que otros se jacten de las páginas que han escrito; a mí me enorgullecen las que he leído". Así, expresó el privilegio de ser lector, el escritor argentino Jorge Luis Borges, en su poema "Un lector", publicado en Elogio de la sombra, en 1969.
En coincidencia al nacimiento de Jorge Francisco Isidoro Luis Borges ocurrido en 1899, cada 24 de agosto se conmemora el Día del Lector. Es el escritor argentino más reconocido internacionalmente. Fue autor de poesías, ensayos y cuentos que se consideran modelos de alta literatura. También escribió guiones de cine y dictó conferencias en todo el mundo.
Los libros parecen ser una tapa más o menos dura y adentro un montón de hojas abrochadas llenas de letras. ¿Solo eso son? Por afuera, sí. Por adentro... Es decir, si los leés, pueden ser muchas cosas o todas las cosas del mundo. Veamos.
El niño Borges se pasaba días y días encerrado en la inmensa biblioteca de su padre. ¿Estaba en penitencia? No, los libros se habían transformado en sus juguetes preferidos. Desde que aprendió a leer, no hizo más que utilizar esa habilidad para devorar libro tras libro con pasión. Era el Buenos Aires de comienzos del siglo XX, hace cien años, cuando todavía andaban los tranvías, las casas eran bajas y casi no había autos.
Borges viajaba con esos libros y su imaginación a países desconocidos, a otros planetas, pasando las páginas de inmensas enciclopedias. Su padre, después, le contaba las historias de la familia, donde se mezclaban los caudillos con el nacimiento de la patria. Y luego una institutriz le hablaba en inglés, que fue casi su lengua materna
En ese pequeño universo, cuyos límites eran una casa baja y con aljibe –aunque en su cabeza era el Infinito–, creció el escritor y poeta más importante de nuestra historia.
La rima no se olvida
En las enciclopedias, Borges encontraba datos e historias de todas las cosas. De eso se ocupan las enciclopedias. Pero aquí no terminaban sus lecturas, que seguían con los cuentos y las novelas, en inglés o castellano, de muchísimos autores. Y la poesía...
Ya de niño le encantaban los versos. Como tenía muy buena memoria, era capaz de repetir los más variados, algo que en su tiempo era bastante común entre los chicos. ¿Vos sabés alguna poesía de memoria?
El libro de arena
Es el título de uno de sus cuentos más extraños. ¿Te acordás del niño encerrado en la biblioteca? Bueno, aquí cuenta la historia de un libro muy raro, que pesa bastante y donde la numeración de las páginas no es correlativa: después de la 28 sigue la 13, y cosas así.
Luego de pasar una página, es imposible volver a encontrarla. Es un libro y todos los libros a la vez, tanto que el lector, el mismo Borges, termina obsesionado con su lectura, hasta que lo esconde en una biblioteca. ¡Guau!
Animales muy extraños
Del mismo modo que Tolkien había creado toda una mitología nueva, Borges nos cuenta de animales muy raros que aparecen en algunas mitologías. Él los reunió a todos en El libro de los seres imaginarios.
Por ejemplo, el hipogrifo, una criatura mitad caballo y mitad águila, o al kraken, un animal marino que es una especie de pulpo o calamar gigante que, emergiendo de las profundidades, ataca a los barcos y devora a los hombres. ¡Ay!
También habla de los elfos, los gnomos y las hadas. Y de algunos seres que aparecen en la mitología griega, como el minotauro, que tenía cuerpo de hombre y cabeza de toro. Y vivía en un laberinto, uno de los lugares favoritos de Borges.
Fuente: https://franilustracion.blogspot.com
Hablemos de guapos
Seres mitológicos, laberintos, espejos, libros de arena... De todo ello nos contó Borges, pero también escribió sobre lo que le llegaba de la ciudad en la que nació, Buenos Aires, y sobre todo del barrio que habitó, Palermo.
De allí salieron sus historias de guapos, de duelos criollos, de cuchilleros y de otros personajes que alguna vez vivieron y tanto lo asombraron.
Fuente: billiken